Gestualidad y lectura

Concepto

La gestualidad se define como conjunto de gestos y también como carácter gestual o expresión por medio de los gestos. El gesto es un hiperónimo que abarca diversas nociones, como la postura corporal, la expresión facial, las muecas, etc., y, por tanto, se alinea con otro tipo de comunicaciones no verbales, que son estudiadas por la kinésica, la proxémica, etc.

Lo que aquí nos interesa en particular es su dimensión expresiva, porque precisamente el gesto aparece como un epifenómeno de la lectura. Es decir, no ha sido analizado suficientemente en todo su potencial en relación con las actividades de lectura y escritura. Debemos a las ideas de Gregorio Marañón sobre el gesto como «expresión de una emoción» (1946) algunas nociones esclarecedoras, de gran calado para las prácticas de animación a la lectura y a la educación literaria, ya que se lee no solo con los ojos y con la mente, desde un sofá, sino con todo el cuerpo y en todas las posiciones y posturas. Esto es, al menos, lo que están poniendo de manifiesto las prácticas culturales emergentes.

 

Análisis

 Gregorio Marañón publica en 1946 Ensayos liberales, y dentro de esta antología de artículos hay uno que tiene un significado muy especial, «Psicología del gesto» (1937). En él analiza el tema del gesto como expresión que moviliza las mentes acríticas y como vehículo de la emoción colectiva, por ejemplo, el puño cerrado y el saludo nazi, usados como conductores de muchedumbres.

Los teóricos de los llamados «artefactos culturales» siempre han tratado de subrayar que el mundo de los objetos, a pesar de su aparente simplicidad, esconde toda una acumulación cultural de atribución de valores, de potencialidades impensadas, que es lo que hace que un objeto pueda ser reutilizado de forma distinta. De hecho, los animadores culturales están siempre reinventando objetos y artefactos de lectura (huevos, árboles y bosques de libros, móviles que cuelgan del techo, naipes...) para que los usuarios entablen nuevas e insospechadas relaciones.

La lectura y la escritura gestualizadas

En las prácticas de lectura y escritura damos importancia a la motricidad directamente relacionada con estas tareas, como la posición del cuerpo, el movimiento de los ojos o la forma de coger el lápiz, pero rara vez reparamos en los otros gestos que acompañan a estas prácticas y que son también parte del significado de la lectura y la escritura. Las fotonarraciones, las videonarraciones y otros lenguajes son cauces expresivos que aportan mucha información acerca del sentido que tienen la lectura y la escritura para los alumnos. Lo habitual es una lectura individual, silenciosa y privada, pero la historia de la lectura nos enseña que esta no es sino una modalidad muy moderna y occidental de la lectura, que se consolida a medida que la privacidad y el individuo se asientan como valores supremos en la cultura europea de los siglos xViii y xix. En el ámbito judío e islámico, en cambio, la lectura socializada es muy común, es lectura en voz alta y acompañada de gestos, como el clásico cabeceo de los alumnos en las escuelas coránicas. Para Marañón, el gesto es «la traducción de un estado de ánimo», y, por tanto, el gesto es un vehículo de emociones.

Conexión con los ritos, las fiestas y las artes

La gestualidad aflora especialmente en las prácticas espontáneas, desreguladas, y en aquellas celebraciones ligadas al patrimonio y a la identidad cultural. Laín Entralgo (1941) ya hablaba de la lectura como fiesta en sentido literal, al identificar lectura con intensidad y excepcionalidad, rasgos del rito y de lo sagrado (Eliade). De hecho, la cultura fan en sus ritualizaciones (como las convenciones o cosplays) ejercita un tipo de gestualidad multisensorial, de comunión grupal, de identificación empática con los textos y entre estos y sus lectores. En general, la expresión del gesto es un elemento que se relaciona de forma estrecha con el teatro, la improvisación, la moda, el baile, etc. Los niños son por naturaleza expresivos, de modo que, cuando oyen, leen, escriben o dibujan un cuento, no podemos dejar de prestar atención a todas estas posibilidades comunicativas.

 

Implicaciones

 La técnica de amplificación de Rodari

Rodari habla del concepto de «amplificación», mediante la cual un elemento secundario de la fábula original puede ser desencadenante de emociones nuevas, esto es, puede actuar de amplificador. Así, por ejemplo, el cuento de Caperucita se transforma en clave cómica, si amplificamos los gestos del lobo al abrir sus fauces, es decir, si hacemos una caricatura gestual. Así, en todos los cuentos de miedo o terror, la desdramatización siempre se consigue haciendo familiar o cómico al monstruo (Donde viven los monstruos), es decir, dotándolos de gestos reconocibles y a menudo burlescos o extravagantes, como han hecho los filmes o programas televisivos infantiles que han usado monstruos (Monstruos S. A.).

Los niños, cuando leen, manifiestan distintas actitudes y emociones, de modo que es muy útil esta técnica del animador de amplificar, esto es, de expandir, deformar, descubrir, en suma, gestos diferentes. El gesto, pues, tiene mucho que ver con la personalidad. Cada niño ya es de por sí amplificador o intensificador de sus historias favoritas, y eso lo vemos también en los jóvenes cuando actúan como fans y se visten de sus personajes favoritos en fiestas de disfraces, hablan como ellos, etc. Lo que hace el educador es conducir esta inclinación natural y socializarla, de tal interacción podrán salir aprendizajes mucho más enriquecedores.

La animación a la lectura tiene, por tanto, que potenciar la riqueza expresiva de los alumnos en su faceta individual y en su vida colectiva, en lugar de procurar una uniformidad expresiva. Cuando los alumnos han leído o escrito una narración, es normal que se exterioricen posturas corporales totalmente distintas, que surgen de manera espontánea. A veces, los niños toman opciones diferentes que las niñas o, como la proximística nos enseña, las distancias corporales y otros signos no verbales revelan conductas diferenciadas. Poner los brazos, inclinarse, adoptar una postura más relajada, leer por encima del hombro del compañero, usar o no el respaldo, son formas que indican una actitud distinta de atención o relajación hacia el soporte textual.

Lógicamente, las bibliotecas son lugares donde predomina un cierto orden, donde los gestos son pautados, pero que, precisamente por esa uniformidad, tienden al gesto estereotipado e impersonal. Sabemos, según decía Marañón, que todo aquello que arrastra a la multitud por medio de la emoción solidariza al grupo, aunque también inhibe el pensamiento, por eso el educador es quien puede dosificar estas técnicas para que no anulen la libertad del niño, sino que la potencien. Por ejemplo, el cine de efectos especiales actúa como el domador con las fieras, trata de producir efectos mecánicos, sobresaltos, impulsos incontrolables. Lo que Rodari aconseja con la técnica de la amplificación es todo lo contrario, liberar la imaginación para que el gesto ayude a la oratoria, para que sea vehículo de emoción que pueda ser compartida colectivamente. Por ejemplo, en el cuento de Andersen El soldadito de plomo se dice siempre del soldadito que se mantenía firme: «Los únicos que no se movían eran la bailarina y el soldadito de plomo. Ella se mantenía en su postura, de puntas con los brazos en el aire; él continuaba firme en su única pierna, sin apartar su vista de la dama. El barquito avanzaba a gran velocidad dando giros, el soldadito estaba mareado, pero continuaba en posición de firme con su fusil (...). Una sucesión de hechos afortunados había llevado de regreso al soldadito. Nuevamente estaba sobre la mesa de la sala, entre todos los juguetes, y su bailarina se mantenía firme en su posición. Esto conmovió al soldadito enormemente».

La postura firme, en principio un gesto marcial, se convierte en símbolo de la conducta tanto del soldadito como de la bailarina, ambos firmes en su gesto y en su corazón. Esto nos lleva al tema de los valores, por ejemplo, a la resiliencia, o capacidad de mantenerse firme, ante el vendaval, ante las adversidades..., que se puede relacionar con otros gestos memorables de resistencia o de oposición a los valores injustos, como la postura de Gandhi. Bien se podría extrapolar el cuento de Andersen a esta otra historia del «hombre que se mantuvo firme», donde firme no es igual a estar de pie, sino a mantener unas convicciones, y donde, por tanto, se pasa del sentido literal al figurado.

En todo caso, no solo en los ciclos festivos del folclore tradicional (fiestas de invierno, de primavera...), o en las efemérides que recuerdan a un escritor o un hecho alfabetizador relevante, en realidad podemos organizar una fiesta de la lectura con cualquier pretexto, según se han encargado de demostrar eventos como La noche en blanco, La noche de los libros, etc. De este modo, la gestualidad asociada a la lectura se enlazaría con la comunicación no verbal, la dramatización y con los otros lenguajes y medios como el cine o la fotografía, a fin de promover a un ciudadano polialfabetizado, capaz de reconocer todos esos códigos y de expresarse en ellos.

 

Referencias

 

 Barton, D. (1994), Literacy: an introduction to the ecology of written language,
Oxford: Blackwell.

Gache, B. (2004), Escrituras nómades, Buenos Aires: Limbo Ediciones.

Lindekens, R. (1976), Essai de sémiotique visuelle: le photographique, le filmique, le
grafique, Paris: Klincksieck.

Marañón, G. (1946), Ensayos liberales, Madrid: Austral.

Fecha de ultima modificación: 2014-02-10